Cine Raruno - Apocalipsis macarras


Internet estalló con el estreno de Mad Max: Furia en la carretera. Las opiniones se dividieron como las aguas del Mar Rojo: para unos era la mejor película del año y pagarían un gritón de dólares por volverla a ver, mientras la otra mitad se echó las manos a la cabeza. Algunos disfrutaron del despliegue de maestría técnica, montaje trepidante y espectacularidad en las escenas de acción (sobre todo por tirar de especialistas y efectos físicos en lugar de CGI), mientras que para otros aquello no fue motivo suficiente para distraer la atención de un guión simple y de que Max, para ser el supuesto protagonista de la saga, quedara completamente eclipsado por quien realmente debería poner título a la cinta: Charlize Theron en el papel de Imperator Furiosa.

Lo cierto es que, ya sea uno fanático o detractor, debe admitir que ha tenido que llegar un George Miller de setenta años para sacarle los colores a  Terminator: Génesis y Jurassic World. También hay que reconocer que hacía tiempo que una película post-apocalíptica no era divertida. Desde que el propio Miller dirigiera Mad Max: Más allá de la Cúpula del Trueno hace treinta años, el género post-apocalíptico había empezado a olvidar su vertiente más macarra, aquella que dejaba de lado la gran tragedia humana para sacar un punto de humor, desenfado o entretenimiento. Cintas como La Carretera, A Ciegas, Hijos de los Hombres o, con un toque más fantástico, Soy Leyenda,  muestran el lado dramático del armagedón; son historias de supervivencia donde se cuestiona el papel de la humanidad en la Tierra, donde todo es polvo, muerte, peste, drama y odio. Otras películas, por contra, optan por aprovechar el apocalipsis para crear un universo donde vuelvan a ser lícitos los guerreros propios de épocas antiguas. El yermo nuclear puede ser equivalente entonces a la era Hiborea de Conan: un mundo duro donde sólo sobreviven los duros.

El Libro de Eli es un ejemplo reciente de cine post-apocalíptico que es más bien un western disfrazado. Los hermanos Hughes, responsables también de Desde el Infierno, muestran una visión menos trascendental y más ligera que su rival en taquilla, La Carretera. Denzel Washington encarna a una suerte de guerrero ciego errante con una única misión en el mundo: llevar consigo uno de los últimos ejemplares de la Biblia. Que alguien armado hasta los dientes tenga una misión tan marcadamente espiritual lo convierte en una luz de esperanza para el mundo en medio de la barbarie y las tinieblas; es un personaje que bien podría haber sido un forajido del salvaje Oeste americano o un templario en Tierra Santa.

¿Alguna vez te has hecho un bocadillo de chorizo con Nocilla? ¿Por qué no mezclar cine de deportes con distopías post-apocalípticas? Aún con todo, La Sangre de los Héroes es, quizá, el descendiente más cercano de la saga Mad Max. David Webb Peoples, nada menos que el guionista de Blade Runner, dirige esta cinta de honor, gloria y trabajo en equipo. En este caso, el yermo sirve de escenario para un nuevo tipo de deporte: el Jugger (sí, se inventó en esta película). Esta fusión entre el rugby y el circo romano proporciona el suficiente nivel de "todo vale" para dar pie a una historia sangrienta y entretenida. Como mezclar Un domingo cualquiera con el Carmageddon.


Otra manera de abordar el fin del mundo es empleándolo de excusa para hacer una comedia negra, como en 2024: apocalipsis nuclear (un chico y su perro). Es la historia de un joven que recorre las tierras baldías post-nucleares con su mejor amigo, un perro fruto de un experimento gubernamental con el que se comunica telepáticamente. Él y el perro tienen un trato: el chico consigue comida y el perro le encuentra chicas. Porque vale que se haya acabado el mundo, pero cada uno tiene sus necesidades y la adolescencia se pasa muy mal. Basada en una novela de Harlan Ellison, ganó en 1975 el premio Hugo a la mejor película de ciencia-ficción y su legado se ha extendido hasta ser la principal inspiración de la saga de videojuegos Fallout.

Y ya que hablamos de comedias negras, le toca el turno a la que quizá sea la cinta más original de esta lista: Jean-Pierre Jeunet (director de la aclamada Amélie) y Marc Caro firman Delicatessen. En una comunidad de vecinos que sobrevive tras el apocalipsis, la comida es usada como moneda de cambio y la carne es un bien escaso y preciado. No es de extrañar entonces que ciertos inquilinos "desaparezcan" y que el dueño del edificio y cacique, un carnicero, se preocupe por traer "carne fresca" a la comunidad. Una genialidad y, en sí misma, una verdadera delicatessen.

En el maravilloso género de las películas tan-malas-que-son-buenas, me cuesta mucho omitir una joya como Sueños radiactivos. ¿Quién mejor para sobrevivir en medio del mundo post-nuclear que un par de chavales que hablan, visten y piensan como detectives de los años treinta? Esto tiene una explicación: para cuando salen de su búnker, ya en edad de merecer, se han criado toda su vida leyendo novela negra, de modo que Philip y Marlowe (así se llaman los mozos), aplican un poco de vieja escuela al mundo salvaje y distópico que se encuentran ahí fuera. Albert Pyun, el rey de la serie B de los noventa, dirige este delirio atípico que incluye hasta un número de swing. De acuerdo, es más mala que un yogur de lentejas, pero también es divertida a rabiar.

Y para macarrada la que se marca Holocausto samurai. No sé exactamente cómo presentaros esta mezcla de radiactividad y rockabilly, de modo que os la resumo y juzgad por vosotros mismos: Buddy, un rockero samurai, se dirige a Lost Vegas a través de un desierto de Nevada asolado por la guerra nuclear. ¿Su propósito? Erigirse como el nuevo rey del Rock 'n Roll. En el camino recogerá a un niño que se convertirá en su pupilo, y juntos deberán enfrentarse a hordas de soldados soviéticos y a la misma Muerte. Qué cafres son. A destacar el hecho de que toda la banda sonora sea del grupo de rockabilly soviético The Red Elvises, que aparecen en la propia película.

Rompenieves es una de esas extrañas películas que agradeces que hayan llegado a las salas internacionales, aunque no entiendas cómo lo han conseguido. En medio de una nueva glaciación, los últimos supervivientes de la humanidad viajan a lo largo de todo el mundo en un titánico tren. En la cabeza está la gente privilegiada y en la cola viven los más pobres, aquellos que no sirven apenas para trabajar.  El post-apocalipsis sirve en este caso para convertir el tren en un reflejo de la sociedad y para hacer una crítica brutal a la lucha de clases existente hoy en día. Un planteamiento en principio inverosímil pero cuyas piezas están diseñadas con precisión de relojero. Atentos también al reparto: Chris Evans, John Hurt, Ed Harris y una genial y desbocada Tilda Swinton. Una verdadera maravilla a cargo de Joon Bong Ho, director de The Host.

Quiero terminar con una aportación de España al género y le toca el turno a la desconocida La Hora Fría, de Elio Quiroga. Ocho supervivientes a una guerra apocalíptica viven encerrados en una instalaciones subterráneas, resguardados de la superficie, que guarda una amenaza de la que nadie habla. Cuando comiencen a escasear los medicamentos, se verán forzados a salir de su refugio y enfrentarse a la amenaza de los invisibles, unos seres que sólo aparecen durante la hora fría, y de los extraños, otrora personas, ahora bestias sanguinarias por culpa de las armas químicas. Cine de terror muy cercano a La Cosa, de John Carpenter.


No quisiera alargarme más, aunque se me quedan en el tintero incursiones igualmente originales en el terreno post-apocalíptico, como la sensibilidad para toda la familia de Wall-E, la épica aventurera de Waterworld o la compleja intriga psicológica de 12 monos. El yermo es amplio y en él tienen cabida tantas buenas historias como se puedan contar, porque está claro que siempre se nos puede sorprender, incluso donde creíamos que todo estaba ya inventado.

¿Quién sabe? Tal vez algún día haga una segunda parte de este artículo; hasta entonces... ¡sed testigos!

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