Un aniversario de muerte
Imaginemos,
por un momento, la siguiente situación:
-
¡López!, me tengo que ir a resolver unas gestiones. Recuerde que no
puede marcharse hasta dejar resueltas todas las incidencias.
-
Pero jefe, si no paran de llegar y tenemos más de 100 aún pendientes.
-
Pues dese prisa que ya vamos retrasados. Por cierto, espero que no
haya hecho planes para los fines de semana de los próximos 2 meses…
-
(…)
Este
diálogo absolutamente ficticio y que no refleja en absoluto la realidad laboral
que disfrutamos, tan sensible a la conciliación de la vida personal, podría
resolverse en base a las siguientes opciones.
Después
de los primeros síntomas de pérdida de voz e irritación en la garganta causados
por la interminable lista de improperios guturales vomitados por nuestro
sufrido empleado decide:
a)
Sumar puntos para una, cada vez más cercana, úlcera, y tratar de
terminar el trabajo lo antes posible. Ya se sabe que las hipotecas no se pagan
solas…
b)
Resolver de manera creativa las incidencias pendientes, incluyendo en
el informe una extensa carta de dimisión, donde agradecer detalladamente cada
momento especial vivido, y haciendo partícipes del homenaje a toda la
genealogía de tan modélico jefe.
c)
Como el alter ego de nuestro empleado - también es casualidad –
disfruta de una serie de habilidades sobrehumanas, opta por resolver las
incidencias a super-velocidad, restándole tiempo de sobra para disfrutar del
derby entre el Parchelona y el Fespañol, en el bar de la esquina, como un señor.
d)
En base a esas mismas habilidades, invita a su jefe a digerir en
detalle las dudas pendientes – literalmente - , haciéndole tragar el fichero –
todavía existen hoy en día oficinas no informatizadas – con toda la documentación, más la guía
de teléfonos de Pekín de postre.
Llegados
a este punto, si todavía existiera algún lector que, incomprensiblemente aún no hubiera cerrado la
ventana del explorador, eliminado el historial e incinerado la caché ante
tamaño conjunto de despropósitos, se preguntaría por qué opción se decantaría
nuestro personaje, fantaseando – sustituyendo al jefe por sus respectivos – con
que la opción elegida fuera la última.
Es
cierto. El jefecidio sería una opción tremendamente atractiva para nuestro
personaje, pero realmente existe poca posibilidad de resultar elegida debido al
engorro que supone y las consecuencias derivadas de llevarlo a cabo, … bueno y
también en menor medida a la moralidad, la conciencia y esas chorradillas … J.
Pero qué pasaría si no se requiriera de tanto esfuerzo para deshacerse de un
personaje deleznable y que poco menos que merece la muerte más agónica, si sólo
bastase con escribir su nombre en un cuaderno…
Ser jefe se convertiría en una profesión de alto riesgo.
Este -
tremendamente absurdo y lamentable – planteamiento me sirve de introducción para
anunciaros el que es todo un acontecimiento dentro del panorama gráfico
procedente del país del sol naciente. Mañana – 3 de Marzo, a las 10 horas – se celebra
el décimo aniversario de la mítica publicación Death Note.
Hasta los objetos místicos vienen con manual de instrucciones.
Para la ocasión se
ha creado un sitio web con una cuenta atrás y una curiosa amenaza: Al tocar el cuaderno recuperarás la memoria.. Estoy deseando ver que secretos esconde, espero
no encontrar mi nombre escrito en él…
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